El escape y la evitación son los dos paradigmas en que los estímulos aversivos incrementan o mantienen la acción de responder. En el escape, la respuesta da término a un estímulo aversivo después de que se ha iniciado la presentación del estímulo; el organismo no puede evitar la presentación del estímulo aversivo. En el caso de la evitación, una respuesta evita o pospone el comienzo de un estímulo aversivo. En ocasiones el escape y la evitación ocurren en forma combinada. Por lo tanto, en las presentaciones del estímulo aversivo habrá respuestas que pospongan su presentación; una vez que el estímulo se ha presentado, habrá respuestas que terminen con él.
Existe un paradigma llamado castigo el cual frecuentemente se utiliza con el propósito de reducir la tasa de respuestas. En el castigo, las respuestas van seguidas de un estímulo aversivo.
El aparato experimental que se utiliza para estudiar los efectos producidos por los estímulos aversivos sobre la conducta operante, es fundamentalmente el mismo que describimos en el capítulo 2. Existe solo una modificación: además de proporcionar los reforzadores positivos, el aparato podrá también proporcionar estímulos aversivos (por lo general son choques eléctricos que se le dan al animal en las patas, a través de varillas metálicas que forman el piso de la cámara). No obstante, al utilizar este método, nos encontramos con el problema de que la cantidad de choque eléctrico que el animal recibe es variable, ya que durante la presentación del estímulo el animal salta y corre alrededor de la cámara en respuesta al choque eléctrico. Además, en virtud de que las respuestas de saltar y de correr son eficientes para reducir la intensidad de choque, esto podrá interferir con la respuesta que se va a medir en el experimento. Existe otro método más confiable para dar choques eléctricos, el cual consiste en implantar electrodos dentro del cuerpo del animal (por ejemplo, en las ratas, por debajo de la piel del dorso). Si los electrodos se colocan adecuadamente, los movimientos del animal no tendrán ninguna influencia sobre la intensidad o la duración del choque que está recibiendo.
Escape
En la adquisición de la respuesta de escape, cuando por primera vez se le presenta al organismo un estímulo aversivo, éste le evocará algunas respondientes, tales como saltar o correr alrededor de la cámara. Estas respondientes, junto con la conducta operante natural aprendida por el organismo, llegan a producir la ejecución que se está estudiando, la cual es reforzada inmediatamente con la terminación del estímulo aversivo. Por ejemplo, podrá suceder que la rata brinque sobre la palanca al estar dando saltos alrededor de la cámara en respuesta al choque o bien podrá suceder que se aproxime a la palanca y la presione debido a su experiencia previa. Habrá muy poca diferencia si la respuesta reforzada inicialmente es de origen respondiente o de origen operante. Una vez que una respuesta es reforzada con la eliminación del choque eléctrico, esa respuesta tenderá a ocurrir cada vez con mayor anticipación en los siguientes ensayos en los que se presente el estímulo aversivo. Esta respuesta será reforzada como si fuera una operante, sin importar cual sea su origen.
Después de ocurridos los primeros reforzamientos habrá una alta probabilidad de que el organismo emita la respuesta aún cuando todavía no esté presente el estímulo aversivo. Este fenómeno ocurre debido a dos situaciones. Primera: la respuesta ha sido reforzada y por lo tanto existe una tendencia sustancial a que la respuesta se vuelva a repetir. Segunda: todos los estímulos discriminativos que estuvieron presentes en el momento del reforzamiento (excepto el estímulo aversivo, desde luego), también están presentes después de la terminación del estímulo aversivo, lo cual da como resultado la generalización de la respuesta a aquellas ocasiones en que no esté presente el estímulo aversivo. Sin embargo, durante las siguientes presentaciones del estímulo aversivo, se va perfeccionando la discriminación entre la presencia del estímulo aversivo y la ausencia de éste. La respuesta que termina con el estímulo aversivo, ocurre casi solamente en presencia de éste, debido a que solo bajo esas condiciones la respuesta es reforzada. En esta discriminación, como en casi todas las discriminaciones, existe un nivel residual de respuestas que se emiten cuando el estímulo no está presente, aunque casi siempre ese nivel es bajo. Por lo tanto, en el escape, el estímulo aversivo será un estímulo discriminativo en cuya presencia una respuesta será reforzada con la terminación de ese estímulo.
Evitaciòn
El procedimiento de evitación le permite al organismo posponer el estímulo
aversivo o bien evitarlo completamente, al menos teóricamente. En ocasiones, la
evitación se establece después de que el organismo ha adquirido la respuesta de
escape, pero por lo general se lleva a cabo sin que el organismo haya tenido un
entrenamiento previo. Durante la adquisición de la respuesta de evitación, se le
presenta a un organismo un estímulo exteroceptivo, como por ejemplo una luz y
posteriormente, transcurrido un periodo de tiempo (unos 30 segundos), se le
presenta un estímulo aversivo. Ambos estímulos se sobreponen temporalmente y
se terminan al mismo tiempo. Si el organismo emite la respuesta requerida durante
el periodo de presentación de la luz y antes de que se presente el estímulo
aversivo, éste último ya no se presenta; a continuación se apaga la luz, transcurre
un tiempo específico y se vuelve a prender la luz.
Por lo tanto, tenemos que la luz exteroceptiva se convierte en
un EC el cual evoca las respondientes que previamente solo eran evocadas por el
estímulo aversivo incondicionado.
Al mismo tiempo que se lleva a cabo este condicionamiento respondiente,
también se condiciona la respuesta operante, ya que sus ocurrencias son reforzadas
tanto por la terminación del estímulo aversivo condicionado, como por la continua
ausencia del estímulo aversivo incondicionado.
Al mismo tiempo se forma una discriminación. Al principio podrá ocurrir
un número considerable de respuestas entre las presentaciones sucesivas de la luz.
No obstante, como en el caso del escape, gradualmente se va perfeccionando la
discriminación entre el estímulo aversivo condicionado y los estímulos que están
presentes entre ensayos sucesivos. El resultado que se observa es el establecimiento
de la luz como estímulo discriminativo.
El estímulo aversivo condicionado adquiere varias funciones:
a) evoca las
respondientes que previamente solo se producían en presencia del estímulo
aversivo incondicionado
b) además de funcionar como EC, el estímulo aversivo
condicionado tiene dos propiedades operantes:
1) es un reforzador condicionado
negativo, cuya eliminación es reforzante para el organismo
2) es un estímulo
discriminativo en cuya presencia la respuesta es reforzada tanto por su eliminación
como con la continua ausencia del estímulo incondicionado.
Por lo tanto, en la evitación, el estímulo aversivo condicionado (en este caso
la luz) tiene las mismas funciones operantes que las poseídas por el estímulo
incondicionado (el choque) en el caso del escape. Por esta razón, en la evitación el
animal no solo evita el estímulo aversivo incondicionado, sino que también escapa
del estímulo aversivo condicionado.
Es posible hacer una demostración directa de cómo la eliminación de un
estímulo aversivo condicionado es en efecto un evento reforzante. De hecho, esta
es una de las demostraciones clásicas en el campo del control aversivo.
Inicialmente, sin que exista una respuesta aprendida, se expone a un organismo
ante la presencia de una luz y durante su exposición se presenta un choque
eléctrico.
Es decir, llevamos a cabo condicionamiento respondiente, en donde la
luz se convierte en un EC. Después, solo se presenta el EC. La respuesta operante
que se emita en presencia del estímulo aversivo condicionado producirá la
eliminación de ese estímulo. La terminación del EC es suficiente para reforzar esa
respuesta, con lo cual su tasa se incrementa. Por lo tanto, el EC respondiente
también es un reforzador negativo condicionado, cuya eliminación refuerza la
respuesta que lo elimina.
Las respuestas emitidas durante la evitación se pueden explicar
parcialmente diciendo que son respuestas de escape ante un estímulo aversivo
condicionado; no obstante, si deseamos mantener esa respuesta en forma efectiva,
tendrá que ir seguida de la ausencia del estímulo aversivo incondicionado.
Aún cuando la respuesta del animal no elimine de inmediato al estímulo
condicionado, el hecho de no presentarse el estímulo incondicionado es suficiente
para mantener activa a la respuesta.
La ausencia temporal de un estímulo aversivo podrá parecernos un tipo de
reforzador muy extraño.
Para evitar esta paradoja, algunos psicólogos prefieren
hablar de la adquisición de “seguridad” para evitar tener que referirse al alivio que
produce salir de una situación aversiva, como es el caso del reforzamiento dentro
de las situaciones de escape y evitación. Sin embargo, de hecho es el medio el que
presenta el estímulo aversivo y quien posteriormente lo retira y no hay duda de
que el organismo, en efecto está respondiendo para retirar un estímulo. Si dentro
de una serie de eventos (en este caso choques eléctricos), se omite la presentación
de uno de ellos, la conducta del animal inmediatamente nos revela que la ausencia
de ese estímulo tiene un efecto específico. Debido a estas consideraciones, el
condicionamiento operante ha decidido referirse a la evitación conservando la
terminología original y considerar la ausencia de un estímulo aversivo como un
reforzador.
El estímulo aversivo condicionado
gradualmente perderá su efectividad como reforzador negativo si no va
acompañado del estímulo aversivo aunque solo sea ocasionalmente. Por lo tanto, si
el organismo responde continuamente a tiempo para evitar el choque, el estímulo
aversivo condicionado se hará cada vez menos efectivo; llegará el momento en que
su eliminación deje de reforzar las respuestas y la acción de responder comenzará
a extinguirse. Aquí es donde entra en acción el factor de seguridad. Cada vez que
el organismo deja de responder a tiempo, se presenta el choque y con ello se
vuelve a reinstalar la efectividad del estímulo aversivo condicionado.
Esta reducción gradual en la tendencia a evitar, seguida de la reinstalación de una
respuesta de evitación apropiada producida por el choque, es una característica
general de una gran cantidad de conductas de evitación.
Castigo
Además de controlar las consecuencias de una conducta con el objeto de aumentar la
probabilidad de que ésta vuelva a ocurrir, es posible manipular las consecuencias para producir
una disminución en la conducta. Una consecuencia que, inmediatamente después de una
conducta, hace que disminuya la probabilidad de que la conducta se vuelva a repetir es un
castigo.
Existen dos tipos de castigo: el castigo positivo consiste en la aparición de un evento
displacentero o doloroso, mientras que el castigo negativo consiste en la desaparición de un
evento “bueno” o placentero.
Por ejemplo, una profesora que hace que su curso copie una frase
del pizarrón 30 veces está aplicando un castigo positivo, mientras que un profesor que deja a
su curso sin recreo, está utilizando un castigo negativo.
Para que un castigo o refuerzo sea efectivo, debe cumplir con ciertas condiciones. La
primera, es la contingencia temporal, que significa que el castigo será más efectivo mientras
menor sea el intervalo de tiempo que transcurra entre el comportamiento indeseado y
el castigo. La segunda se refiere a la constancia; esto implica que el castigo será efectivo
cuanto más constante sea; no basta con castigar una conducta a veces: debe castigarse
cada vez que se presente para que efectivamente disminuya su aparición. Finalmente,
la eficacia depende de la medida en que se refuercen conductas alternativas. No basta con
señalarle a la persona qué conducta no debe emitir, sino que además hay que señalarle qué
es lo que debe hacer en cambio (Papalia y Wendkos, 1987).
REFERENCIAS
Wolfolk, anita (2010) Psicología educativa. 11a. edición. Editorial Pearson.
Papalia, Diane E. (1994). Psicología. Editorial McGraw-Hill.
Myers, David G. (2007). Psicología. Editorial Médica Panamericana.
REFERENCIAS
Manual de Psicología Educacional / Violeta Arancibia C., Paulina Herrera P. y Katherine Strasser S.
Wolfolk, anita (2010) Psicología educativa. 11a. edición. Editorial Pearson.
Papalia, Diane E. (1994). Psicología. Editorial McGraw-Hill.
Myers, David G. (2007). Psicología. Editorial Médica Panamericana.
disculpe de que bibliográfia tomo la imagen 6.1
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